Luz de Esperanza
En la orilla donde el mar se despliega,
un faro erguido, guardián del destino,
con su luz titilante, firme y sin tregua,
en la noche profunda, un faro divino.
Sus rayos abrazan las olas inquietas,
como brazos de madre, cálidos y fuertes,
guiando a los barcos, a almas secretas,
que buscan en la bruma, el amor entre muertes.
El viento lleva historias de antaño,
de naufragios tristes y amores perdidos,
ecos de promesas, de sueños en daño,
pero el faro, firme, desafía los ruidos.
En la tormenta, su luz es refugio,
un faro que brilla con fuerza y ternura,
despertando en el pecho un profundo orgullo,
de saber que hay esperanza en la oscura aventura.
Las gaviotas vuelan, trazando su danza,
mientras el mar canta su eterna canción,
y el faro, vigilante, con su luz en alabanza,
se convierte en el faro de cada corazón.
Oh, mar indomable, espejo de anhelos,
en tus profundidades, guardas misterios,
pero el faro se alza, rompiendo los cielos,
un faro de vida, en mares etéreos.
Las olas relatan secretos antiguos,
de viajeros valientes y sueños marchitos,
y el faro, centinela de sus caminos,
los guía en la noche, hacia destinos benditos.
Así en la distancia, su luz nos consuela,
como un faro eterno, en la noche sin fin,
recordando que siempre, aunque el alma duela,
hay esperanza brillante, y un nuevo comenzar.
En cada amanecer, su luz se renueva,
un faro que abraza el horizonte dorado,
y en su luz encontramos la paz que se eleva,
un canto de vida, un abrazo sagrado.